
Los preservativos (ya sean masculinos o femeninos) son la única protección que previene tanto embarazos no deseados como infecciones de transmisión sexual (ITS). Se han convertido en un pilar de la salud sexual global y son especialmente valiosos por su accesibilidad, reversibilidad inmediata y efecto dual. Sin embargo, su eficacia depende directamente de usarlos de forma constante y correcta: aprender bien cómo ponérselos y cuándo cambiarlos es tan crucial como entender su propósito.
¿Cómo actúan y qué tipos existen?
El preservativo masculino es una funda delgada que se coloca sobre el pene erecto antes del coito, evitando que el semen entre en contacto con la pareja. Los preservativos femeninos tienen forma de funda interior y se colocan dentro de la vagina antes del sexo, ofreciendo protección tanto para quien los usa como para su pareja.
Aunque la mayoría están hechos de látex, existen variantes en poliuretano, poliisopreno y poliuretano sintético, ideales para personas con alergias al látex. Cada material ofrece una combinación distinta de sensaciones, resistencia y compatibilidad con lubricantes, pero todos deben cumplir estándares de calidad como los de la OMS para garantizar su protección.
Eficacia: ¿qué tan bien funcionan?
Cuando se utilizan perfectamente (es decir, siempre y sin errores) los preservativos masculinos ofrecen un 98 % de protección contra embarazos y reducen drásticamente el riesgo de ITS como VIH, gonorrea o clamidia . En cambio, en uso real (cuando se considera que ocurren errores o olvidos) su eficacia desciende a un 87 % aproximadamente Organización Mundial de la Salud. En otras palabras: de cada 100 parejas que usan preservativo como único método por un año, entre 10 y 13 podrían enfrentarse a un embarazo. Esto no disminuye su valor, pero resalta la necesidad de un uso correcto.
ITS y protección dual.
Los preservativos no solo actúan como barrera contra el semen, sino que además protegen frente a muchas ITS, incluyendo el VIH. De hecho, su uso consistente puede reducir hasta un 94 % la transmisión del VIH . Aunque no eliminan por completo el riesgo (no cubren toda la piel genital y no resguardan frente a infecciones por contacto cutáneo como herpes o VPH), siguen siendo la mejor herramienta dual que existe.
Uso correcto: etapas clave.
Para garantizar su eficacia es esencial que:
- Se aplique sobre el pene completamente erecto y antes de cualquier contacto genital.
- Se deje espacio para el semen en la punta.
- Se desenrolle suavemente hasta la base.
- Se use lubricante de base agua o silicona para evitar roturas.
- No se use aceite, gel o vaselina, ya que degradan el látex.
- Se retira con cuidado tras la eyaculación y se desecha en un contenedor, nunca en el inodoro.
Un error común, como colocar el preservativo tarde o no sujetarlo al retirar, puede cambiar una relación segura en una con riesgo de embarazo o ITS.
Ventajas y limitaciones.
Ventajas:
- Disponibles sin prescripción médica.
- Protección simultánea contra embarazos e ITS.
- Sin efectos secundarios hormonales.
- Fomentan el autocuidado y la responsabilidad compartida.
Limitaciones:
- Su eficacia real depende del uso adecuado.
- Pérdida de sensibilidad o interrupción del momento para algunas personas.
- No protegen frente a infecciones por piel desnuda.
Conclusión:
Los preservativos son una herramienta fundamental de la salud sexual. Bien usados, son altamente eficaces y ofrecen la ventaja única de proteger frente a embarazos y muchas ITS. Pero su eficacia real recae en el usuario: identificar el método correcto de uso y aplicarlo con constancia es la mejor manera de maximizar sus beneficios. En un escenario con múltiples opciones anticonceptivas, el preservativo destaca por su accesibilidad, reversibilidad, dualidad y valor educativo: aprender a usarlo correctamente es una forma concreta de ejercer autonomía y cuidado compartido en la vida sexual.